El ser un protagonista dentro de la pista representa una responsabilidad tan electrizante, que automáticamente la transforma en un privilegio para el jugador que representa a un determinado equipo o selección; quien tiene en su mente y pies, el “poder” de convertir alguna de las situaciones que surgen en esa superficie de 40 x 20 metros, en donde se desarrolla esa “dinámica de lo impensado”.
No caben dudas; el estar dentro de la pista es una sensación única de expresión, no sólo de un estilo de juego, sino de una manera de pensar y sentir, de una manera de vivir.
Pero en la otra cara de la moneda, vemos el otro privilegio que nos brinda este maravilloso deporte, aquel que representan cada uno de los directores técnicos que están al frente de algún equipo o alguna selección en alguna parte del mundo. Teniendo presente que más allá de ocuparse de cuestiones meramente deportivas, tienen implícitamente, esa oportunidad de formar y educar en cada equipo, a cada uno de los jugadores o jugadoras que están bajo su plan de trabajo y/o proyecto; el inculcar valores (fundamentales a la hora de desarrollar cualquier deporte), un pensamiento que estimula a los que ejecutarán su idea dentro de la cancha, y el modelar un estilo de vida que supera el ámbito deportivo son labores que también apasionan a aquellos Dt´s que logran entender este privilegio que se encuentra del otro lado de la línea que separa a la pista del banquillo.
Un claro exponente de ambos aspectos citados anteriormente es Martín Walter Bonvehi. Quien fue un jugador nacido en Argentina (específicamente en Ushuaia, lugar llamado “El Fin del Mundo”), y que disputó mayor parte de su carrera allí, en el sur de Argentina, aunque también con participaciones en equipos de Buenos Aires, y también en Venezuela, donde pudo mostrar su capacidad técnica dentro de la pista. Llegando incluso a jugar un Mundial de Futsal ex FIFUSA (hoy llamada AMF) en México 1997, representando a la Selección Argentina en este deporte.
Por su formación, ya de adolescente le gustaba dirigir, ser entrenador, y a los 18 años ya lo hacía con grupos de niños en su ciudad natal; un par de años después dirigiría a un equipo de Buenos Aires llamado Franja de Oro, teniendo siempre ese deseo de querer ser un formador en el Futsal. Fue así, que cuando fue su momento de cruzar la línea que separa la pista de juego del banquillo, no sólo se retiró como jugador, a los 39 años, sino que pasó a desempeñar una tarea que tiene otra mirada del juego, y que en su caso, aparte de un paso natural, fue la mejor forma de seguir vinculado a este deporte y poder así, compartir todas las experiencias con otros jugadores más jóvenes; siendo claramente en él, una cuestión de ciclos y procesos que forman parte de su creencia como salonista.
Todos estos aspectos lo llevaron a ser parte del cuerpo técnico de la Selección Argentina de Futsal AMF, precisamente en el rol de segundo entrenador, en el período que comprendió desde el año 2012 hasta la cita máxima en Bielorrusia 2015, el Mundial, quedando esta selección en el tercer puesto del mismo. Y siendo parte fundamental, en la formación del Mundial siguiente, el cual dicha selección se alzó con el título tan preciado.
Hace poco Martín estuvo en España, para ser más precisos, en Euskadi, Bizkaia, en el Instituto Kirolene; sacando en el término de seis meses allí, el curso de Entrenador de Futsal Grado Medio, Nivel 1. Herramienta que le permite tener mayor cantidad de variantes e ideas en cuanto al deporte en toda la dimensión que lo comprende.
Como entrenador adhiere a esos procesos y/o formas que lo llevaron a dar su mejor versión como jugador, con el fin de, no sólo conseguir objetivos deportivos (debido a que no siempre se consiguen) sino de construir un modelo colectivo dentro de sus equipos, en los que la mutua colaboración y el intercambio de ideas establecen el equipo que muestra un sello propio y distintivo de este hombre, estableciéndolo como un baluarte en esta disciplina, transmitiendo valores, formando personas, educando jugadores, pero por sobre todo, entendiendo el privilegio del otro lado de la línea…